jueves, 22 de enero de 2015
4. La muerte
La muerte es agridulce, ¿no crees?, agria para aquellos que se quedan aquí, sufriendo, llorando. Pero dulce para el fallecido, ya no sufrirá más, ya no sentirá nada.
Es extraño como una mañana ves a una persona y al día siguiente ya no está a tu lado. Ya no está para decirte lo que debes hacer, ya no está para reñirte ni para decirte cuando te equivocas. Y es que cuando alguien muere, incluso echamos de menos las peleas.
Es sólo cuando alguien muere cuando echamos de menos todo, cuando se nos ocurren millones de cosas maravillosas que decirle, cuando necesitamos abrazar a esa persona, es entonces cuando con ojos rojos, repletos de lágrimas, miramos al cielo y susurramos un inaudible "te quiero".
Ahora pensad, pensad en todas aquellas personas a las que queréis, pensad que se os van de vuestras vidas y no volverán nunca, porque ellas también emprenderán un viaje sólo de ida, al igual tú, al igual que yo. Acercarte a esas personas y diles que las amas, porque es así, ¿no te das cuenta?, todas esas personas en las que has pensado es porque verdaderamente te importan, es porque las amas. Cuídalas,
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